VI. Mi sombra es un monólogo interior

Emerges en el amor efímero. Te sumerge la insostenible vaguedad de lo resoluto. Tu alma no ha recibido un amor que la mantenga a flote. Lo más honesto que has hecho es huir en medio del beso antes de corromper la próxima mirada, el presente suspiro. Siempre se han fugado de ti los mejores sueños. Siempre! Tus ojos miran algo de quien te habla y callas, y anhelas el mañana tal cual lo ha concebido al despertar el azar. Evitaras pensar que te acostaras con el veneno nocturno en las venas, preparado en la calle y en los andenes desde todos aquellos días donde la soledad era un desafío, hasta esta tarde negligente y miedosa, victimaria e impúdica, enferma, que enferma! moribunda por el hambre de “ser” pero sobre todo por la esperanza quimérica e inalcanzable; para dormir tranquilo en un sueño, ya sin sueños!. La locura vuelta un presentimiento te habla desde hace varios años y se mofa de  la razón tachada de duda. 
Estamos solos, ve y llora y consuela tu propia alma o dibuja una hoja en blanco, posa en cuerdas invisibles aves disecadas, evoca un canto en tu memoria y retuerce tu rostro en la almohada. 
Estaá solo, suspira y vuelve al ahogo de todos los días sin que nadie vea o escuche el fantasma de tu casa.


Deja que la tarde se disuelva en tus pupilas. Recoge la poca energía que desperdicias creyendo que saldrás de este infortunio ficticio que has convertido a la vida, a las ganas de vivir. Calza tus pies y atrévete a no regresar a la casa cuando hayas cruzado la puerta. Quien te ha contagiado ese miedo a dar el siguiente paso?, seguramente no han sido tus actos solemnes de tanta sumisión.  Y no dices nada!, solo pierdes la mirada que ya refleja un odio a la sombra que crees que se vuelve tu única compañía, solo porque te recuerda todo lo que no has sido; sin embargo, secretamente dices haber alcanzado lo querido, se nota en tu caligrafía, en tus muros repletos de abstracciones, en las pinturas llenas del color que le falta a tus gestos. Quedaste marcado por la muerte, porque no te has dado cuenta de que mucho de ti padecía tomando las manos de tus difuntos ensangrentados. Reflexionas sobre el hombre y al darte cuenta de lo incorregible que se ha vuelto su naturaleza, te mofas de la sociedad y sus normas de convivencia opuestas al real sentir de las gentes, y callas.   

Tu sonrisa y tu llanto anónimo en la soledad te ha vuelto el inconforme que se refleja en el horizonte anaranjado que se aleja a través del cristal.  Puede que llores ser el diferente , el extraño. Que ignores los dedos apuntando tu paso desmotivado, guardas silencio mientras saltas en el piano de Enrique Granados, de nota en nota.  Levitas en esta casa como una entidad perdida porque no soportas que te postulen una etiqueta en la calle. Entonces recorres el mismo camino y esperas que alguien perdido se tope contigo para luego emerger en un amor efímero que nunca llama a la puerta.

Diego Galeano


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